"Life is like a box of candy... you never know what you're gonna get"
WRONG, Forest.
La vida es como viajar en autobús.
Te subes en determinada parada, la que tienes más cerca, y viajas con los mismos tipos durante un mismo trayecto. Algunos se bajan y miras como se alejan para desaparecer de tu vida para siempre o volverlos a ver, tiempo después, en otro viaje. Otros nuevos suben. Muchos más están abajo, en las aceras, o a los lados, en otros autobuses, (no me digan que el significado de los que viajan en sus propios autos se les escapa, son los que van aislados de los demás y pueden pagarlo). La mayoría de los que están abajo son rápidas sombras que se esfuman como fantasmas en los reflejos de los vidrios. Y tu aprovechas o desperdicias el tiempo, hay quienes van leyendo, hay quienes van soñando despiertos y hay quienes van pensando. Antes era muy común que la gente, en esta circunstancia, se hablar por el menor pretexto, ahor ya no. Luego, llegas a tu siguiente parada. Cerca de ella tienes asuntos pendientes, no sabemos por cuanto tiempo te quedarás por ahí, se trata de algo muy variable, pero cuando has terminado tomas otro autobus, con otros pasajeros y continuas el viaje. Y ya de aquí en adelante todas la analogías funcionan también: a veces te subes en el autobús equivocado, a veces se avería, a veces te asaltan o te ligan o te toca ir parado o se te pasa la parada o te tortean o tienes una iluminación (o una ocurrencia idiota como que la vida es como viajar en autobús) o chocas con otro autobús, vamos, hasta el chofer con su misteriosa capacidad para ser siempre distinto pero a la vez el mismo y por tanto parecerse a Dios, encaja en el símil.
La vida no es una estúpida caja blanca con moño rojo rellena de dulces sorpresas exóticas, es una experiencia cotidiana, casi inercial, un viaje que a veces sorprende, pero que la mayoría de las veces simplemente cumple con su programa, cuidadosamente establecido.
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